miércoles, octubre 19, 2005

LAS O.N.G. O LA PRIVATIZACIÓN DE LOS SERVICIOS SOCIALES

La sociedad capitalista gana terreno a la cultura del estado de bienestar.

La lista de los servicios sociales de los que algunos estados que presumen de modernos, pretenden desentenderse, es más abultada cada día:

Ahí tenemos el amplio crecimiento en número e importancia de las ONG actuales.

Los tributos públicos, destinan una parte de los ingresos a financiar la iglesia católica, y otra parte a subvencionar entidades no lucrativas de interés social. Y yo me pregunto ¿Por qué si existen necesidades o intereses que cubrir en una sociedad, no se hacen cargo de su gestión las administraciones públicas?

El concepto de justicia social está en peligro. Ahora se maneja el término solidaridad, bajo cuyo amparo se manejan ingentes fondos públicos y privados, cuya gestión, protegida bajo el tapiz de unas buenas intenciones, carece, a mi juicio, de las garantías que desearíamos los ciudadanos que pagamos. Si hasta el estado da cuenta de su gestión económica ¿por qué no exigir a estas organizaciones una cuenta de resultados clara, y ajustada a un proyecto previo aprobado por los contribuyentes ?

La gente de la calle queremos que nuestro dinero sirva para que los ancianos tengan residencias dignas, con trabajadores contratados por procedimientos regulados, y cuyo funcionamiento sea democrático. Querríamos centros gestionado por un consejo en el que haya representación de todos los implicados. Cada día son más las familias que a duras penas pagan una insosteniblemente cara residencia, para que sus mayores, ni siquiera reciban la atención adecuada. ¿No son los ancianos responsabilidad de todos?

Querríamos que en el sector de la educación privada no se contratara a fulanito o a menganito por afinidad ideológica, si no por procedimientos de acceso regulados, que garanticen la igualdad. Los centros subvencionados deben regularse igual que los públicos, asumiendo el control del consejo escolar y garantizando a los alumnos idénticos servicios. Es muy fácil recibir los fondos, y carecer de departamento de orientación o de “programa de garantía social”.

Y no digamos de la protección a los “sin techo”. Cada día proliferan más los comedores, o los asilos, gestionados con fondos públicos, por cualquiera que se organice una asociación. Muchos pensamos que esto sirve para que ciertos grupos administren los recursos públicos sin control, además de asegurarse unos puestos de trabajo, mientras presumen de su caridad con el prójimo, y ejercen su influencia sobre las conciencias que dependen directamente de su gestión. Recuerdo aquella ocasión en la que al “Che Guevara”, en su viaje por Sudamérica, unas monjitas de una leprosería en la que trabajó como médico voluntario, le negaron la comida por no asistir a misa.

Sabemos que en Estados Unidos, las mujeres no disfrutan de baja por maternidad cuando tienen hijos, y si tienes que operarte, “búscate la vida”, porque su sanidad pública es impresentable.

Aquí estamos en Europa, nuestro amado viejo mundo en el que no se habla tanto de derechos humanos, pero se practican unas políticas sociales comprometidas. No obstante, reconozcamos que el avance del liberalismo económico es un hecho, y que nuestra cultura, partidaria de una amplia cobertura social de base, se debilita frente la dura competencia de una idea capitalista: “Que cada uno se asegure sus necesidades por su cuenta”.

En nuestro país, hace años que los sucesivos gobiernos mantienen un pulso con la sociedad para privatizar el sistema de pensiones. Se nos amenaza con la inminente perdida de poder adquisitivo de nuestras futuras pensiones, o sea, con no mantenerlas, al mismo tiempo que se nos anima a que cada cual se pague su propio “plan de pensiones”. ¿No es esto una maniobra “pro-privatización”?

Hoy por hoy, en Europa corren riesgo” las Pensiones, la Sanidad Pública, la Educación Pública, la Prestación por Desempleo, la Atención a los Débiles y Marginados”...etc

Para cualquier Estado es más barato y fácil dejar la cobertura social en manos de unas cuantas asociaciones, o de empresas particulares, que asumir su gestión y control desde instituciones públicas, pero desentenderse del problema supondría el mayor retroceso de los últimos 50 años. Debe ser muy difícil para los países europeos evitar el retroceso del estado de bienestar, pero justamente eso es lo que esperamos los contribuyentes, los pueblos de Europa: Mantener una cobertura social de calidad, que nos permita mirar a la cara a todos y cada uno de los ciudadanos, con la tranquilidad de haberle dado una respuesta digna a sus necesidades.

Milagrosa Carrero Sánchez
Artícula publicado en el Periódico Extremadura

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