sábado, abril 21, 2007

Niños o responsables?



enviar
imprimir
valorar
añade a tu blog

El Periódico extremadura
21/04/2007

Extremadura al día
18 abr 2007

MILAGROSA Carrero

El torero cacereño de 14 años Jairo Miguel ha tenido que ser conectado, durante varios días, a un respirador artificial tras la grave embestida sufrida en Méjico". Este es el titular, y la alarma que nos causa no es por la excepcionalidad de lo que podríamos considerar como uno de tantos desgraciados accidentes laborales . Mucho más nos sorprende la edad del diestro.

A las páginas de opinión ha saltado la polémica sobre los niños toreros , y yo sería partidaria de ampliarla a los niños corredores de motos , a los niños deportistas de élite , a los niños artistas , a los niños obreros, y en general, a todos los niños que forman la excepción a, lo que consideramos, la norma general en que deben encuadrarse las actividades de niños y jóvenes.

Técnicamente cada país admite unas edades mínimas laborales distintas, por lo que prescindiendo de otros planteamientos legales, voy a referirme a la explotación infantil, en términos exclusivamente morales.

No meto deliberadamente en el mismo saco a los niños prodigio del deporte, como lo fue en su día Dani Pedrosa que con 14 años --y siendo todo un experto-- corrió ya el mundial de motociclismo de 125 cc, y a los niños trabajadores que pican en las minas de diamantes, tejen alfombras en Pakistán, o fabrican juguetes en la India. Ni siquiera a los niños de la guerra , mal llamados mercenarios. Sencillamente tienen algo en común que no podemos olvidar: su minoría de edad.

Y COMO estoy pensando en la protección del menor, me preocupan desde los niños y las niñas explotados por la imperiosa necesidad de la supervivencia, como aquellos otros cuyas circunstancias familiares les permitirían fácilmente crecer en un ambiente saludable, y a pesar de lo cual son sacrificados por sus padres a cambio de objetivos que casi siempre vienen a satisfacer las propias necesidades de los progenitores.

Si digo que en el mundo trabajan 250 millones de menores, muy pocos alcanzarán a imaginar la cantidad de ciudades como Madrid, o como Cáceres o Badajoz, por ejemplo, que podríamos llenar únicamente con los niños y adolescentes que representan dicho colectivo, pero menos aún se imaginarían que 180 millones de estos pequeños, la mayoría de los cuales no ha cumplido los 10 años, y muchos de los cuales apenas supera los 5, trabajan en régimen de esclavitud, servidumbre por deudas, son prostituidos, o utilizados como soldados.

Miro a mi hija de 14 años, a la que procuro proporcionar toda las oportunidades que nuestro entorno nos ofrece sin dudar --como la mayoría de los padres que conozco--, en sacrificar mis propios intereses a sus necesidades, y observo con cierto complejo de culpa el espectáculo de aquellos otros progenitores a los que, a pesar de los programas de la OIT para erradicar el problema de la explotación infantil, que suele coincidir con el de la pobreza, no les queda otro remedio que poner en manos de sus pequeños la propia subsistencia familiar. Los compadezco. Lo que me cuesta trabajo comprender es que niños del primer mundo, donde el Estado es responsable subsidiario de su manutención y formación, donde la cobertura sanitaria no tiene resquicios, y donde la educación es obligatoria y gratuita, podamos encontrar tantos niños que son privados por sus propios padres de un entorno adecuado para su formación integral como personas, y marcados desde su infancia .

Porque desde mi múltiple perspectiva de madre, profesora y ciudadana entiendo que la protección de los menores debe abordarse a todos los niveles. Todos conocemos casos en que a algunos desgraciados se les ha quitado a sus hijos porque no pueden atenderlos, y lo aceptamos. Lo que no llego a comprender es por qué, en cambio, dejamos que, por encima de las leyes españolas, más o menos transigentes, algunos padres --independientemente de que sus errores nazcan de buenísimas intenciones-- exploten a sus hijos en actividades que incluso se prohíben en nuestro país a ciertas edades. Es más ¿Por qué permitimos que menores que legalmente están en edad de escolarización hasta los 16 años, anden de plaza en plaza, de circuito en circuito, de escenario en escenario, llegando a convertirse en niños totalmente desintegrados del entorno? Y no me vale que me digan que es lo que quiere el niño , porque hablamos de niños, y el niño nunca es el último responsable.

No hay comentarios: