miércoles, marzo 18, 2009

EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO


¿Cuántos muertos acumula sobre su conciencia en los últimos 20 años la iglesia de Roma?. Paso de las Cruzadas, de la Santa Inquisición y hasta de la colaboración de la Jerarquía eclesiástica con los grandes Dictadores del siglo XX. Sólo me refiero a los miles de pobres desgraciad@s que mueren de SIDA por ser crédulos y confiar en los mandatos de la Santa Madre Iglesia, la que disuade del uso del condón a los ignorantes mintiéndoles descaradamente, que hasta les han dicho que el VIH traspasa la goma del preservativo. Sólo me refiero a los enfermos que no podrán curarse de párkinson o alceimer, por ejemplo, por los impedimentos que el Papa y sus seguidores ponen al desarrollo de la medicina genética, y de la selección embrionaria de células madres sanas procedentes de los cordones umbilicales, material hasta ahora desechado.
Hablaré de tolerancia, hablaré del respeto a la libertad de conciencia recogida en la Carta Universal de los derechos humanos, y hablaré de la igualdad que ampara nuestra constitución al margen de los credos, esos términos que se vacían de contenido en el diccionario de los que quieren poseer la verdad y pretenden que las leyes se atengan a su moral.
¿Obligo yo a nadie a que aborte, o a que se divorcie? ¿Obliga alguien a Ratzinger a comer con gula o a fornicar por el simple gusto de hacerlo y con condón? ¿O lo obligan las leyes civiles a casarse con alguien del mismo sexo, o a optar por aliviar su última agonía con una eutanasia a tiempo?. No.
Entonces ¿Por qué la Iglesia se cree con derecho a imponernos a los demás leyes que nos obliguen a vivir según sus absurdos criterios?.
El juego se ve de lejos y consiste en apoyarse en los sectores más reaccionarios del Estado para presionar a cambio del privilegio de un puñado de pasta, recaudada por el Fisco, y denominada, en términos políticos, “financiación”, aunque a en mi pueblo se le llama “Chantaje”
Mientras tanto los enfermos de SIDA caen como moscas, aconsejados para no usar profilácticos, en el nombre del Padre, del Hijo, y del espíritu Santo, por la unos señores con falda que con sólo contarse los pecados cumplen con la Justicia.
Un respeto por favor, y si no quieren pecar prueben a salirse del negocio de las armas, o eviten que se los coma la codicia, pero no se empeñen en organizarnos la vida a los demás. ¿Les suena aquello de: “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”?

Milagrosa Carrero Sánchez